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Arquitectura de la catedral

Catedral Catedral Catedral

 

Nuestra-Señora de Chartres, edificio gótico del XIIo siglo, fue construido immediatamente despues del incendio que asoló la cathedral romanica del XIo siglo. Hubo necesitado solamente una veintana de años para construir la estructura y cimientos de un edificio que se impone por su asombrosa unidad y su incontestable armonía. Esta catedral echa raíces y se levanta sobre la cripta carolingia y la iglesia baja, apellida « cripta », de la catedral de Fulbert. Esta estara la matriz de la nueva catedral despues de haber soportado las enormes cargas de la iglesia romanica. Desplegandose sobre 220 m de largo, manda y ordena el plano.

No conocemos el apellido del maestro de obra que desde los primeros años del XIIIo siglo osa levantar para la primera vez las bóvedas a tal altura sobre cruzadas de ojivas, esto a pesar de la existencia de la cripta que, imponando los puntos de apoyos, daba a la nave una anchura excepcional de 16m 40. El maestro de Chartres innova con prudencia. En la elevación, el triforio sustitue las tribunas. La ventanas altas cazan los muros quedando el sitio a las vidrieras. La catedral de Chartres se queda el primero edificio de muy grande dimensión cuyo fue decidido que todo el sistema de estructura asegurando su estabilidad descansara sobre arbotantes. Macizos estribos taillados en salidizo, canalizan el empuje de la bóveda. De todo su peso, ésta puede entonces elevarse hasta 37m 50 por encima de la mas larga de las naves de las catedrales goticas. Este edificio de piedra, cuyo elementos aquitectonicos sirven a conducir las fuerzas hacia el suelo, nos atrae irresistiblemente hacia el alto, donde se abren en la ligureza de la bóveda, los pilares y las columnas. Nada en este conjunto es gratuito. Todas las lineas estan necesitadas por la construcción. La decoración, ella misma, muy sobria, revela y realza la arquitectura. Necesidad es belleza.

Hay que recorrer lentamente la nave o uno de los arcénes para apreciar la robusta salud, la inmensidad de la nave, el impulso poderoso de los pilares de la nave sólidamente amarrados a la enlosada el ritmo acompasado de las pilas tanto cilíndricas, tanto octogonales, el movimiento acensional de las quatro gavillas de columnas a la cruzada del crucero, la admirable armonía de las propociones. Hay que salir tambien para admirar la alianza formidable de la potencia y de la ligereza en el doble vuelo de arbotantes del presbiterio. Saber siempre pasar del dentro al fuero, del fuero al dentro y, aqui, quedarse para descobrir en la penumbra, la luz escribando las formas y dibujando sin fin los volumenes.

 

Copyright © 1999 Paul Mollé

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