Desde todas
las carreteras convergiendas hacia Chartres, se divisa de lejo los
campanarios de la catedral, son el emblema de una ciudad reputada,
antes de todo, por este edificio incomparable, hoy inscrito en las
maravillas del patrimonio universal.
Sus
desemejanzas mismas demostran que los campanarios han sido erigidos
durante epocas diferentes por la razón de los incendios que han
jalonado la historia de los santuarios sucesivos consagrados a
Nuestra-Señora.
Cuando el fuego de 1134 hubo destruido la
mayor parte de la catedral de Fulbert, la reconstrucción empezó
por el campanario septentrional que, sin embargo, es conocido como
el « campanario nuevo ». Se trabajó durante diez años antes de
emprender el campanario del sur cuya obra fue perseguida sin pararse
hasta su acabamiento, hacia 1160, mientras que el campanario del
norte se encontraba parado, no se sabe porque, al nivel del segondo
piso.
La aguja
del campanario sur, se eleva a 105 m 66 de alta. Todos los
especialistas se ponen en acuerdo para reconocer, aqui, segun la
expresión de Viollet-le-Duc, « el mas bonito monumento de este
tipo ». Charles Péguy ha visto, él, la « aguja irreprochable »
que ha celebrada en un poema inolvidable.
El incendio
de 1194, devastó la catedral toda justa reedificada de sus cenizas,
respetó por suerte, la fachada y los campanarios, a partir de los
cuales fue reedificada la catedral actual.
Se avisó
pronto tomar de nuevo el campanario norte aquello fue dotado, al
siglo XIII, de un piso suplementario, coronado de una aguja, con
armazón cubrida de plomo. En 1506, un incendio accidental arruinó
esta parte, entonces fue decidido hacerlo de piedras.
Esta obra
fue confiada a un « albañil » de genio, conocido sobre el apodo
de Jehan de Beauce, quien elevó una aguja culminante a 115 m 18, en
el mas puro estilete gotico flamigero. Es por la fecha de su
acabamiento, en 1513, que fue justificado su nombre de « Campanario
nuevo ». Algunos le manifestan su preferencia en razón de sus
adornamientos y encajes que la enriquecen.